(viene de: El tebeo/cómic y la divulgación científica – 1)
El cómic abre sus bocadillos a la divulgación de los conocimientos científicos
Coincidiendo con el Salón del Cómic de Barcelona y la proximidad del Día Internacional del Libro, la industria del tenis se mueve para poder obtener la mayor visibilidad. Los ejemplares sobre superhéroes, amor, humor o incluso sexo coparán los escaparates, pero una nueva variedad dentro del ‘noveno arte’ emerge con fuerza: los cómics de divulgación científica. Evolución, antropología, física y matemáticas son algunos de los temas tratados por los cómics de divulgación científica.
http://www.marvelgenesis.com/2010/09/77-strange-tales-annual-2.html
No son pocos los autores interesados en la ciencia que apuestan por las viñetas a la hora de divulgar. El ejemplo más cercano es el de Jordi Bayarri, autor de la Colección Científicos. El autor explica que el potencial del tebeo de divulgación: «El cómic es un medio puramente visual apoyado por texto. Por eso es un medio excepcional para explicar cualquier cosa, no solo a niños».
En la Colección Científicos el rigor de los datos históricos se vigila con especial cuidado. «Tayra Lanuza, doctora en Historia de la Ciencia e investigadora posdoctoral del CSIC, se encarga de seleccionar a los protagonistas y de documentarse. De esta forma se consiguen plasmar anécdotas curiosas que dotan a la historia de personalidad sin olvidar al público objetivo.
A través del crowfunding
En su serie de cómics infantiles, Bayarri narra la vida de científicos tan fundamentales como Darwin o Galileo. Para ello, el dibujante decidió utilizar el micromecenazgo o crowfunding, que ya le permitió publicar Darwin, la evolución de la teoría.
Con este sistema, la gente se compromete a comprar el libro, por el que pagará solo si se llega a una suma que permita la edición, tal y como ocurre actualmente con Galileo. Solo si recibe las peticiones suficientes, será publicado en mayo. Tras él ?siempre que se cuente con el apoyo popular? llegará Newton después del verano. Y, el año que viene, serán Marie Curie y Einstein los que protagonicen las viñetas de Bayarri.
Francia y Bélgica, pioneras
Francia y Bélgica tienen una de las tradiciones más antiguas y de mayor calidad en cuanto a cómics ?bande dessinée? se refiere, y en el caso de la divulgación científica no son una excepción. Emmanuel Roudier, un apasionado de la arqueología, es famoso por sus cómics sobre evolución humana.
Roudier descubrió que existía una gran diferencia entre el retrato que la ciencia ha construido de los primeros humanos y la visión anticuada y equivocada que tiene el gran público. «Mis cómics son un ejercicio de comunicación científica, a un humilde nivel, para hacer que evolucione la imagen de nuestros antepasados entre el gran público», señala.
Neandertal es el único de sus cómics traducido al español, en el que narra el viaje de madurez y venganza de un Homo neanderthalensis y las costumbres de este pueblo. El trabajo de Roudier demuestra un conocimiento extenso sobre los neandertales. «En los primeros trabajos utilicé trabajos científicos, novelas, documentales e incluso visité algunos lugares prehistóricos», explica Roudier. «Para Neandertal además conté con la ayuda de unos cuantos investigadores que me resolvieron dudas sobre técnicas y materiales», añade.
Matemáticas y física
Las matemáticas y la física tampoco escapan a los tentáculos de los cómics. Feynman es el título de la biografía en viñetas del físico Richard Feynman escrita por Jim Ottaviani que comienza cuando nace en el pequeño Richard el amor por la ciencia, una pasión que intenta contagiar al lector. «Veo la combinación entre cómics y ciencia como algo obvio. Palabras y dibujos juntos pueden comunicar cualquier idea, no importa lo complicada que sea», explica.
Lo mismo ocurre con las matemáticas. Los griegos Apostolos Doxiadis y Christos H. Papadimitriou se enfrentan a esta tarea en una novela gráfica llamada Logicómix. Atreviéndose incluso a romper la cuarta pared, los autores repasan la historia moderna de la lógica, la madre de la computación. «Queríamos contar una historia fascinante, y para apreciarla el lector necesitaba entender un par de cosas sobre matemáticas, lógica e historia del siglo XX», explican.