En la entrada anterior, Evolución y Dios, 1 se veía el revuelo que, a nivel personal y social, había causado la publicación de El origen de las especies de Charles Darwin. ¿Qué pasó con posterioridad? Ander Aspiroz, en el artículo también citado, La “diabólica” evolución de Charles Darwin (ABC, 2 de marzo de 2012), lo resume así:
«El creacionismo hoy día: En 2009, la iglesia anglicana dio un paso al frente y enmendó su actitud hacia el naturista con un comunicado en el que asumía sus errores: «Charles Darwin: 200 años después de tu nacimiento, la Iglesia de Inglaterra te debe una disculpa por malinterpretarte y por, además de tener una reacción equivocada, haber animado a otros a no comprenderte tampoco. Tratamos de practicar la antigua virtud de ‘fe buscando la comprensión’ y confiamos en que esto suponga una reparación».
Sin negar a Dios, muchas tendencias religiosas han aunado parte de la teoría darwinista con la fe. La idea es que, aún reconociendo la evolución de las especies, la vida sigue teniendo su origen en un diseño divino. Hizo falta un arquitecto superior que edificara al ser humano, aseguran.
El sector más irredento entre los creacionistas del siglo XXI goza de una especial fuerza en Estados Unidos, donde según algunas encuestas hasta el 47% de la ciudadanía rechaza a Darwin y sigue considerando únicamente a Dios como principio de todas las cosas. Una de sus máximas figuras es la exgobernadora de Alaska y excandidata a la Vicepresidencia Sarah Pallin. “No creo en la teoría de que los seres humanos, que aman y piensan, se originaron en los peces que desarrollaron piernas y salieron del agua, ni en que los monos que un día bajaron de los árboles», declara la líder del Tea Party en su biografía Going Rogue.»
La importancia de esta cuestión es tal, que la serie Evolution (Evolución), igualmente comentada en este blog, dedica uno de sus capítulos al tema, titulándose significativamente What about God?
El capítulo termina con una sorprendente revelación sobre la evolución al respecto del propio Darwin.
Aun existiendo muchos matices, se pueden ver cuatro grupos diferenciados en cuanto a su respuesta a estas dos cuestiones:
– Los creacionistas, especialmente fuertes entre ciertos sectores protestantes norteamericanos, como los Testigos de Jehová. No admiten la evolución.
– Los que, como señala Aspiroz, aun admitiendo la evolución, ven en ella una intervención divina. En esta línea estarían, en general, las iglesias católica, anglicana y ortodoxa y otros sectores del protestantismo.
– Quienes, siendo firmemente evolucionistas, se declaran agnósticos respecto a las creencias religiosas. Es el caso de Stephen Jay Gould, que declara en su libro Ciencia versus religión: un falso conflicto:
«Escribo este libro para presentar una resolución felizmente simple y completamente convencional a un tema tan cargado por la emoción y por el peso de la historia que cualquier sendero expedito suele convertirse en algo recubierto por una maraña de disputa y confusión. (…) [Soy] agnóstico en el sabio sentido de T. H. Huxley [el «Bulldog de Darwin»], quien acuñó el término cuando identificó este escepticismo como la única posición racional porque, realmente, no podemos saber.» [cubierta]
– Finalmente, aquellos que además de evolucionistas, consideran totalmente incompatible ambas facetas, como en el caso de Edward O. Wilson, llevándoles incluso al ateísmo militante, algo que puede apreciarse en Richard Dawkins (El relojero ciego o El espejismo de Dios). El primero sostiene lo siguiente en La conquista social de la tierra:
«La religión no resolverá nunca este gran enigma. Desde los tiempos del Paleolítico, cada tribu (de las que debieron existir miles y miles) inventó su propio mito creacionista. Durante este largo tiempo de sueño de nuestros antepasados, seres sobrenaturales hablaban a chamanes y profetas. Se identificaron de diversas maneras a los mortales: como Dios, una tribu de dioses, una familia divina, El Gran Espíritu, el Sol, fantasmas de los ancestros, serpientes supremas, híbridos de animales diversos, quimeras de hombres y bestias, arañas celestiales onmipotentes… cualquier cosa, todo lo que pudieran conjurar los sueños, los alucinógenos y la fértil imaginación de los líderes espirituales.» [p. 19-20]
El segundo, conocidísimo polemista, reeditó hace unos meses el famoso Debate sobre la evolución con el actual, aunque ya próximo a jubilarse, Arzobispo de Canterbury, el anglicano Rowan Williams. Picando en la foto, se accede a la noticia de El mundo (23-02-2012):
En las bibliotecas de la Universidad de Salamanca hay varios ejemplares y traducciones de El origen de las especies (en Biología, 575.8 DAR ori). Ciencia versus religión: un falso conflicto, se encuentra disponible en la Biblioteca (5/6 GOU cie) y en la Francisco de Vitoria (215 GOU cie). La conquista social de la tierra, del que se hizo una entrada en este blog, está en nuestra biblioteca, con la signatura 575.8 WIL con. Finalmente, de El relojero ciego, agotada su edición en español, está el original en inglés (The blind watchmaker) próximo a llegar.